lunes, 21 de marzo de 2011

sueño o realidad

La casa se veía más bonita que nunca, estaba muy limpia, los rayos de sol que entraban por las ventanas la hacían ver iluminada y acogedora, se olía un rico aroma a primavera y las flores del jardín habían abierto por primera vez. Salí al patio que era un bosque gigante lleno de espinos y todo tipo de árboles, los zorzales cantaban y los animalitos jugaban felices; entonces estalló en mí un sentimiento de alegría, todo era perfecto, corrí por el bosque, saltando, respirando, disfrutando. De pronto llegue a un arroyo frente al cual paré, tomé de su agua y me vi a mi reflejada en el, pero no estaba solo mi reflejo, se veía un poco más atrás un hombre, me di vuelta y el estaba ahí, tenía una sonrisa preciosa con la cual me dijo “hola”. Tenía un pelo muy negro que brillaba, unos ojos verdes que sorprendían, y una boca que encantaba. Nos quedamos conversando todo el día, la verdad que no tengo la noción de cuantas horas fueron pero simplemente se que fueron maravillosas, nos despedimos y quedamos de vernos al día siguiente en el mismo arroyo. Así nos fuimos encontrando día tras día, y mientras más pasaba el tiempo sentía que la primavera hacia más bello el lugar. En mi apareció un sentimiento inexplicable, pensaba en el día y noche, cuando lo veía se me revolvía el estomago y cuando sus manos tocaban las mías yo sentía que volaba. Un día me dio un beso, mi primer beso y el más hermoso, había un sol radiante esa tarde y solo se escuchaba el sonido del arroyo y de los pájaros al cantar, ese día me di cuenta que estaba locamente enamorada de ese muchacho. Se llamaba Federico, tenía 17 años, tres más que yo; su casa estaba al otro lado del bosque, lo habían mandado a pasar la primavera con su abuela al campo, por lo que yo sabía que un día lo dejaría de ver, pero mientras más transcurría el tiempo, más lejano se nos hacía ese día. Esta era la vida más perfecta que podía desear y yo la persona más feliz que se pudiera encontrar. Pero una tarde el me invitó a conocer su casa, yo acepté encantada, entonces comenzamos a caminar por el bosque, luego a correr solo de alegría; en eso me tropiezo con una piedra y mi cabeza asota el suelo. Desperté creyendo que estaba con mi príncipe azul pero vi a mi alrededor ese cuarto pequeño en la casa sucia y vieja de mi tía en medio del bosque en donde yo era una cenicienta, entonces comprendí que todo fue un sueño. O quizás este sea el sueño; una pesadilla.

lunes, 7 de marzo de 2011

ADIÓS

Me quedo con la frase de una canción que dice "poder decir adiós es crecer" y es que no hay comienzo sin final, no hay cuento que no tenga que terminar y el tener que cerrar un capitulo de nuestra vida, quizás para comenzar otro, pero cerrarlo y no volver a mirar atrás... cuesta, y provoca lagrimas, heridas en el corazón por que ver marchar lo que uno ama duele... como si te apuñalaran una y mil veces, pero es tarde, ves como se va… ¿Qué queda? Sufrir, echarse a morir y no saber que hacer, pero ¿Por qué? Si la vida sigue y todavía quedan mil puertas por abrir, mil personas por conocer y mil piedras más con las que tropezar, ¿por que echarse a morir por una? Aunque digamos que es la más importante y nos marcó la vida entonces convirtamoslo en una oportunidad, aprendamos a decir ADIÓS, hasta siempre, gracias por estar en mi vida.

si amas algo dejalo ir, si vuelve es tuyo, si no vuelve, nunca lo fue

jueves, 10 de febrero de 2011

MIEDO

Un día tuve un sueño, fue un sueño amargo pero hermoso a la vez.
Estaba soñando y de pronto desperté, desperté en un cuarto oscuro donde a mi alrededor solo había vacio, de pronto el miedo me comió por dentro y me empezé a desesperar, me levante y corrí y corrí, buscaba una salida mientras corría pero no había nada a mi alrededor, entonces me asustaba más, tiritaba, corría desesperada, con miedo de tropezar, de caer al suelo y no dar mas, de que apareciera algo en la oscuridad, de no encontrar salida y quedarme estancada para siempre, sufría, entonces me empezaron a caer las lagrimas y la desesperación se apoderaba de mi, de mi cuerpo, de mi mente, lloraba y lloraba mientras corría más fuerte tratando de escapar de algo que no yo entendía, en ese momento caí, no me quedaban fuerzas y ya nada podía hacer. Pero ocurrió algo... una voz suave que me parecía conocida me dijo:
- ¿Por qué corres?
- Porque tengo miedo.
- ¿Miedo de que?
me quedé callada, en realidad no sabía de que tenía miedo, pero tenía mucho miedo. En eso la persona a quien yo no veía porque yo estaba tirada en el piso sin fuerzas y no podía levantar la cabeza, deja caer algo al suelo, mis manos lo recogieron y lo pusieron frente a mi cara, era un espejo... ¿por qué un espejo?
- ¿Qué ves?
- Me veo a mí ...
- ¿ Y por qué entonces te tienes miedo a tí?
En ese momento se fue y yo comprendí lo que me quería decir el hombre que había traído un espejo para ayudarme, para sacarme de mi desesperación, el hombre que era un angel que me cuidaba y me protegía en todo momento, el hombre que eras tu. Tu, quien me mira del cielo.
A veces uno entra en el miedo, miedo de no poder seguir, de caer y no saber levantarse, miedo de estancarse y fracasar, pero somos nosotros los que nos causamos miedo de nosotros mismos, porque las respuestas y la fuerza solo las encontramos en nuestro corazón, el es quien nos guía y el único capaz de sacarnos adelante.